El mejor medio de la V región lo hacen los niños y es para niños



Un grupo de niños guiados por una española y una sueca, hacen en Valparaíso una revista que es, probablemente, el medio escrito más interesante de la zona. Se llama “Calcetín con papa” y está hecho con seis niños-redactores y material que crean en talleres de poesía, de cuento, de dibujo, y donde participan otros 400 escolares. Todos los chicos y chicas viven y estudian en poblaciones porteñas con fama de duras y el contenido que producen es, a la vez, inocente y crudo. En sus textos no impostan la voz, no buscan quedar bien con nadie, no se enredan en estructuras. Hablan con claridad. Quieren contar lo que son, cómo viven y hacer las preguntas que les interesan a ellos y a sus amigos. El resultado atrapa, emociona y entretiene muchísimo más que las pacatas y desabridas crónicas de El Mercurio de Valparaíso; o que las sangrientas notas de La Estrella, transformada ya en el medio oficial de los accidentes de tránsito y los asaltos.



En “Calcetín con papa” aparece un Valparaíso real. Los niños y niñas cuentan lo que ven desde sus ventanas, hablan de sus barrios, escriben chistes oídos en el colegio, juntan historias sobre mascotas, tribus urbanas o el aburrimiento.

Como son niños y casi no los toman en cuenta, presencian todo lo que ocurre, con una facilidad que ya se quisiera el más avezado reportero. ¿Hay peleas de perros en Valparaíso? Para un medio normal sería difícil escribir un tema como ése. Sin embargo, en el número cinco de Calcetín viene este relato:

“Yo tengo un vecino que tiene un perro de peleas. Y van todos los sábados a las peleas de perro. Y lo acompaño y veo. Un sábado fuimos con un perro suyo que se llamaba Rocky y lo hicimos pelear y de repente el otro perro lo botó y el perro de mi vecino murió por un ataque al corazón. Por tanto agitarse se le paró el corazón”.

Hay muchos lados donde los niños no debieran estar. Pero están. La diferencia es que los chicos de Calcetín con Papa pueden contarlo.



María Antonia Carrasco y Lotta idearon esta revista para darle voz a los niños de los cerros de Valparaíso


Otro niño describe la zona donde vive: “En mi barrio siempre vendían droga y por culpa de los que venden, una persona se murió y otro está súper flaco. Mi tío vende helados y mi prima vende droga”.

Una niña se asoma a su ventana y relata: “Al abrir mis cortinas lo primero que veo es el Cerro Cordillera. Veo a los turistas que pasean y veo a los ladrones que asaltan a los turistas. Veo la casa de en frente donde se vende droga, eso creo. Y veo a la otra vecina que siempre está espiando a todos. Veo a un señor gay que tiene muchos gatos y hace muchas peripecias para poder ataparlos”.

Una de sus mejores secciones se llama “A favor / En contra” y en ella recogen opiniones sobre un tema. En el número 1 preguntaron a los niños si les gustaban los carabineros. Algunos dijeron que No:

“No, porque los ratis toman droga”; “Porque acá hay niños que me caen bien y fuman droga y no me gustaría que se los llevaran presos, como mi hermano”; “Porque queman las casas”; “porque te paran en cuanto te ven parado en una esquina”.

Otros dijeron que sí: “Porque nos defienden de los cabros malos que andan robando, esos que te abrazan y te dicen ‘hola hermanito, ¿cómo estás hermanito?’”; “Porque vigilan que los negocios no vendan cigarros y alcohol a los menores. A mí me venden igual, pero es para llevárselo a mi tío”; “Porque hay muchos ladrones aquí. A mí me gustan los ratis porque son más rápidos, andan en auto rajados y dicen: ‘manos arriba, detective””.

Extremadamente honestos, como el niño que en el cuento le dice al emperador que está desnudo, los entrevistadores de “Calcetín con papas” le preguntan a un carabinero: ¿por qué a veces le pegan a la gente? Y el uniformado explica: “No debiera el carabinero agredir a las personas, pero a veces hay situaciones complicadas”. Al diputado Álvaro Escobar le preguntan cuánto ganaba como actor y él les confiesa: “seis millones y medio al mes”.

A través de estos relatos, de sus descripciones y opiniones, emerge la vida en los cerros de Valparaíso de un modo que hoy nadie recoge.

NO

Las organizadoras de este proyecto son María Antonia Carrasco (española) y Charlotta Copcutt (sueca, a quien sus amigos llaman Lotta, para abreviar). A ambas les ocurrió lo mismo: vinieron de viaje y cuando estaban en sus ciudades no podían sacarse a Valparaíso de la cabeza. Regresaron a instalarse. Aquí, tras la belleza del puerto, se espantaron con nuestras diversas miserias y decidieron hacer algo.



Parte del equipo de redacción de Calcetín


Con Calcetín partieron en 2006. Su idea era crear un medio de comunicación de calidad hecho por niños para niños. Usaron como base de operaciones la Biblioteca del Centro Nórdico, que fundó la danesa Anne Hansen Christen, a quien entrevistamos hace unas semanas. Desde entonces estas tres europeas han estado trabajando duro para hacer que los niños chilenos lean y se expresen.
Hasta ahora han sacado 6 ediciones, las que se financian con la venta de la revista y con donaciones (por ejemplo de la naviera JL Fondet ) Pero buena parte de la revista llega gratis a unos 700 niños del puerto, que la esperan.

-A los niños les gusta mucho hacerla y leerla. Si a los niños los valoras, y los haces sentir que lo que están diciendo te interesa, pasan cosas muy importantes. Ellos expresan muchas cosas. Nosotros le decimos que todo lo que digan es válido y que lo que nos interesa es que se comuniquen- explica María Antonia.

Agrega: “Los niños nos conocen y nos preguntan ¿cuándo sale la otra? La mayoría vive la frustración permanente de que nada se termina, de que todo se pierde, desaparece. El ver que la revista continúa, les gusta y les hace sentir que lo que piensan y escriben es valioso y es un esfuerzo que tiene sentido”.

Pero lo que a los niños les gusta, a muchos profesores les carga. Lo que aquí se cuenta, preferirían que no se contara. Critican también la forma, que no es la que debiera. Y que el entusiasmo que genera entre los chicos, se emparenta mucho con el desorden.

-Cuando lanzamos la revista invitamos a muchos profesores, y gente que tiene que ver con la educación, porque teníamos la idea de entregarla a los maestros con una guía de actividades para realizar a partir de la revista. Pero cuando lo conversamos con los niños del equipo de redacción, ellos nos dijeron que no creían que los profesores fueran a tener interés en usar la revista. No recuerdo las palabras, pero tenían claro que usar la revisa les implicaba salir de la estructura de las clases y eso es desordenar-, cuenta María Antonia.

Y los niños tenían razón. La reacción es similar a la que tienen muchos maestros frente a los libros de la biblioteca de Anne, esos libros nórdicos, sin moraleja, que no pretenden enseñar nada. Esos libros son temas abiertos, que no se sabe donde terminan.

Con todo, el equipo de Calcetín sigue trabajando en todos los colegios posibles. Van con la revista, se la entregan a un curso, la leen en silencio, discuten algunas cosas y luego les proponen a los alumnos participar haciendo poesías, escribiendo sobre la vez que han pasado vergüenza, lo que les parece el colegio, etc. Al saber que lo que hacen puede ser publicado y visto por otros niños, los chicos se entusiasman, se aplican, se interesan. Y se cumple la idea fundamental de Lotta y de María Antonia, que es validar la voz del niño, hacerla respetar.

Pero eso no es fácil. María Antonia cuenta que en una oportunidad estaban haciendo un taller de cuentos en un colegio. Y cuando un grupo se paró a leer lo que habían hecho, la profesora dijo:

“Ah, eso, seguro que lo han hecho ustedes. ¿No lo habrá hecho María Antonia?”.

-Yo no lo podía creer, dice María Antonia. Agrega: “Cómo no se da cuenta de la barbaridad que hace. No se puede tratar así a los niños. No se da cuenta del esfuerzo que hacen... Yo le dije que lo habían hecho solos. Y ella se encogió de hombros y dijo “¡Ah, bueno!. No lo sé”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi hija inició a los 10 años un blog de cine. Se proponía escribir reseñas, subir trailers y comentar clásicos....su profesora jefe la "alentó" diciéndole que todo estaba muy bien pero que no la distrajera de sus tareas escolares.