Estudio propone que los niños lean mucho, pero textos de calidad, lejos de la literatura infantil trivial

Cómo escapar al pésimo Simce de Lenguaje




La semana pasada se conocieron los resultados de la primera prueba que se hace en Chile para medir cómo escriben los niños. Se aplicó a los chicos de 4° básico y los resultados fueron los que se preveían: apenas un 24% se ubicó en el nivel avanzando; el resto se distribuyó en partes iguales entre el nivel intermedio y básico. Estar en el nivel básico significa “recién estar aprendiendo a escribir”, pegar palabras, repetir la misma idea y no salir de allí. Es una tragedia intelectual que eso ocurra con niños que tienen 9 ó 10 años. Como se ha hecho tradición, los peores resultados son los de la educación municipal.




En varios países, el problema del aprendizaje del lenguaje es un tema central. En Estados Unidos, por ejemplo, también lo han detectado en 4° básico. Y han bautizado a este fenómeno como “el bajón de cuarto”. Dicen que ocurre porque en ese nivel se sincera la distancia entre los niños que han leído y los que no. Dicen, también, que esa brecha no hará sino crecer, porque el niño que lee entiende textos que los otros no; y a cada nueva lectura, gana vocabulario que le sirve para enfrentarse a nuevos textos.

El investigador que aquí les presentamos pone el énfasis en ganar vocabulario y da consejos para lograrlo.

Según el investigador norteamericano Eric Donald Hirsch -Profesor Emérito de Educación y Humanidades de la Universidad de Virginia y autor de numerosas publicaciones sobre educación y literatura (ver: www.cepchile.cl) – tres elementos son cruciales para la comprensión de textos por parte de los niños: que lean con fluidez, que tengan un amplio vocabulario y que conozcan el tema sobre el cual están leyendo.

Como recalca Hirsch, un estudiante con buen manejo del idioma logra enfrentarse a un texto con mucha más facilidad. No avanza peldaño a peldaño, sino que sobrevuela, interpreta, saca conclusiones, pues entiende buena parte de lo que le están contando. El que recorre las frases como quien sube una escalera, en cambio, llegará al final agotado; y difícilmente podrá captar las ideas centrales de lo que leyó. Estas diferencias de aproximación a un texto se van acumulando en los primeros años de escuela, hasta que en cuarto básico comienzan a notarse dramáticamente, pues la dificultad y las exigencias aumentan.


“Estudiante con buen manejo del idioma se enfrenta a los textos con ventaja. No avanza peldaño a peldaño, sino que sobrevuela, interpreta, saca conclusiones, pues entiende buena parte de lo que le están contando. El que recorre las frases como quien sube una escalera, en cambio, llegará al final agotado”.


“Un alumno de primer grado con alto rendimiento conoce cerca del doble de palabras que un alumno de bajo rendimiento y, a medida que estos estudiantes avanzan de curso, el diferencial aumenta. En el último año de la enseñanza secundaria, los alumnos de alto rendimiento saben cerca de cuatro veces más palabras que los estudiantes de bajo rendimiento. La razón de esta brecha es clara: una comprensión lectora adecuada depende de que una persona conozca cerca del 90 ó 95% de las palabras de un texto. Conocer ese porcentaje le permite al lector captar la idea principal de lo que se está diciendo y, por consiguiente, adivinar lo que las palabras desconocidas probablemente significan (…) Aquellos que conocen el 90% de las palabras de un texto comprenderán su significado; y porque lo entienden también podrán aprender el 10% restante de palabras. Aquellos que no comprenden el texto, ahora estarán mucho más rezagados en ambos frentes: perderán la oportunidad de entender el contenido y de aprender más palabras”, explica Hirsch.

¿Y cómo se desarrolla este vocabulario? Hirsch apunta a dos tareas, tanto para los colegios como las familias. La primera es incentivar el uso de palabras nuevas, en diversos contextos, pues éstas no se aprenden de memoria, sino que el estudiante las hace suyas a medida que las usa y las conoce. Lo segundo es la calidad de los textos que se entregan a los niños para leer. Hirsch pone el acento en eso.

“Los investigadores en vocabulario coinciden en que para tener un buen comienzo en el aprendizaje de una palabra, una persona necesita múltiples exposiciones al término, en diferentes contextos. Ése es el defecto más superficial de los programas actuales; hay otro más profundo. Con su marcada orientación a la literatura trivial, estos programas no fomentan en forma coherente el conocimiento general de los estudiantes. Un vocabulario amplio y un vasto conocimiento van de la mano”, destaca este académico.


“Un alumno de primer grado con alto rendimiento conoce cerca del doble de palabras que un alumno de bajo rendimiento y, a medida que estos estudiantes avanzan de curso, el diferencial aumenta”.


El profesor dice que, por lejos, sus alumnos obtuvieron los mejores resultados cuando dedicó muchas horas a un mismo tema. “Uno de los descubrimientos notables que hice durante los numerosos años en que enseñé composición fue cómo mejoró la escritura de mis alumnos cuando nuestra clase siguió un tema interesante por un período largo. La organización de sus ensayos mejoró. Su ortografía mejoró. Su estilo mejoró. Sus ideas mejoraron. Ahora entiendo por qué: cuando la mente se familiariza con un tema, sus limitados recursos pueden volcarse a otros aspectos de la tarea de escribir, tal como sucede en la lectura. Todos los aspectos de una habilidad crecen y se desarrollan a medida que la familiaridad con el tema aumenta. Al enseñar una materia necesariamente se enseñan destrezas, matándose así varios pájaros de un tiro”, concluye el investigador.

Para leer la versión completa del estudio de Hirsch haga en clic en el siguiente enlace: http://www.cepchile.cl/dms/lang_1/doc_4060.html

Para ver los resultados de la Prueba de Lectura de Cuartos Básicos en Chile, visite: http://www.simce.cl/index.php?id=421

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