Expertos en educación cuestionan creación de 50 liceos de excelencia




La crítica más frecuente es que se ofrezca entregar excelencia sólo a unos pocos. Así lo remarca el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Agustín Squella, quien señala que “Elegir 50 liceos de excelencia equivaldría a elegir también, en otro orden de cosas, sólo 50 barrios de Chile donde concentrar los esfuerzos por una mayor seguridad ciudadana. ¿Y qué pasa entonces con el resto?”.



Por Juegos de Mate

Hace una semana, el presidente Piñera le pidió a su ministro de Educación, Joaquín Lavín, que en marzo de 2011 tuviera en funcionamiento 15 de los 50 liceos de excelencia prometidos durante la campaña. Así, como una carrera contra el tiempo, se reactivó el proyecto educativo central del actual gobierno, que busca, a través de la creación de estos establecimientos, “promover la movilidad social y la verdadera igualdad de oportunidades en la educación”, según se expresa en su programa presidencial. Aunque aún no se han entregado detalles sobre las características de estos liceos, (que deben ponerse en marcha a toda velocidad), Lavín ha afirmado que seguirán el modelo del Instituto Nacional, es decir: liceos de séptimo en adelante, con alumnos y profesores seleccionados por su nivel académico.

Justamente son estas características las que despiertan recelos y críticas en un amplio abanico de conocedores del tema. La crítica más frecuente es que se ofrezca entregar excelencia sólo a unos pocos. Así lo remarca el último Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Agustín Squella, quien señala que “Elegir 50 liceos de excelencia equivaldría a elegir también, en otro orden de cosas, sólo 50 barrios de Chile donde concentrar los esfuerzos por una mayor seguridad ciudadana. ¿Y qué pasa entonces con el resto?”. El académico agrega que “concentrar las expectativas de excelencia de la educación pública en un número limitado de establecimientos es lo mismo que renunciar a la excelencia, e incluso a la simple calidad, condenando a los alumnos que no estén en tales establecimientos, es decir, a la gran mayoría, a una perpetua mediocridad en su proceso de enseñanza”.

En la misma línea se manifiesta el documento “LICEOS DE EXCELENCIA, ¿QUIENES GANAN Y QUIENES PIERDEN?” elaborado por la investigadora Catalina Opazo y que recoge el análisis de un grupo de académicos de la universidad Alberto Hurtado. El artículo cuestiona el hecho de que a través de 50 liceos se pueda “promover la movilidad social”, como lo anuncia la autoridad.


“La idea de armar 50 institutos nacionales no debe ser entendida como la creación de 50 establecimientos que educan bien, sino 50 lugares que reunirán a los estudiantes más brillantes de la educación pública”


Dice el documento: “Un simple análisis numérico evidencia que estos 50 liceos representan menos del 2 por ciento del total de establecimientos de educación media de nuestro país (actualmente alrededor de 3.700) y apenas el 4 por ciento de los liceos municipales (alrededor de 1.200).”

Esa pequeña cantidad de liceos de excelencia, sin embargo, puede tener un efecto nocivo de importancia en el resto del sistema.

Para el abogado Fernando Atria, autor del libro “Mercado y Ciudadanía en la Educación”, estos colegios de excelencia no hacen otra cosa que reunir en un solo lugar a los mejores. Más allá de eso no tienen mucho mérito. “Por supuesto que el establecimiento produce un plus, que es la sinergia y el efecto de pares que se genera al reunir gente que está sobre la media. Pero, ¿alguien cree que si dejara de seleccionar tendría los resultados que tiene? Es como esos establecimientos que ponen como condición de permanencia, obtener más de 5,5 y luego dicen, ‘todos nuestros egresados tienen sobre 5,5 de promedio’. ¿Qué otra cosa podría pasar? Si un lo mira así, la idea de armar 50 institutos nacionales no debe ser entendida como la creación de 50 establecimientos que educan bien, sino 50 lugares que reunirán a los estudiantes más brillantes de la educación pública. Eso es lo mismo que descremar la educación pública, repasarla y sacarle a todos los destacados” explica el abogado. Luego se pregunta: “¿Qué va a pasar con el resto que, de paso, es la mayoría? Bueno, van a quedar en una educación pública aún más desprestigiada”.

Para el matemático Patricio Felmer, que dirigió la elaboración de estándares de Matemáticas para la formación de profesores de educación básica, este proyecto conlleva otro riesgo. El que los profesores de calidad, que los estudios han mostrado que son pocos, se concentren en esos liceos. “Es posible que si hay un liceo de excelencia en una zona, los mejores profesores se vayan para allá ¿Y qué pasa con el resto? Si había algo de distribución, va a desaparecer para concentrarse en esos liceos… lo que tenemos que hacer es global”, explica el matemático. “Los 50 liceos de excelencia pueden ser un proyecto interesante pero para mí el punto es que el Estado se tiene que hacer cargo de lograr que la población completa reciba educación de calidad. Y si el Estado quiere que los buenos profesores también vayan a La Pintana, tiene que pagarles bien, darles infraestructura, no puede esperar que eso ocurra por altruismo. Hoy tenemos un sistema tremendamente segregado, donde hay escuelas con poquísimos recursos y escuelas que pueden pagar a los mejores profesores. Eso es terrible”.


“Si la actual administración le gusta autodenominarse ‘gobierno de las oportunidades’, éstas no pueden circunscribirse a un número limitado de personas…” (Agustín Squella)


En una columna publicada en el sito Educarchile.cl Harald Beyer, investigador del CEP, coordinador de la Comisión de Educación de los Grupos Tantauco y presidente del “Panel de Expertos para una Educación de Calidad” recientemente conformado por el ministro Lavín, defiende la iniciativa de los 50 liceos de excelencia y desecha las críticas anteriores (http://www.educarchile.cl/Portal.Base/Web/VerContenido.aspx?GUID=f7561b55-d4fb-43a2-b96b-322456e80292&ID=203045) Afirma que no se ha demostrado que este tipo de liceos dañe al resto del sistema y cree que, por el contrario, esta iniciativa puede tener un efecto de iluminación sobre el resto de los establecimientos. “No hay evidencia de que (los liceos de excelencia) perjudiquen a los demás liceos. Estos más bien se pueden beneficiar por la capacidad de ‘iluminación’ que pueden aportar al resto de los establecimientos a la educación pública”, escribe Beyer.

Al respecto los académicos de la Alberto Hurtado, en el citado documento de la investigadora Catalina Opazo, cuestionan la veracidad de la capacidad iluminadora atribuida por Beyer. Citan, para ello, el caso del Programa Montegrande.

“La experiencia en nuestro país demuestra que este mecanismo no ha sido efectivo. En los años 90 el Programa Montegrande tuvo la misma intencionalidad: apoyar a 50 liceos para su fortalecimiento y mejoramiento de la calidad, de manera que se constituyeran en ‘Liceos de anticipación’ y lideraran procesos de cambio que se ampliarían luego al resto de los establecimientos. La evidencia indica que estos liceos lograron mejorías internamente, con cierto nivel de sostenibilidad en el tiempo, pero que estas mejoras no lograron irradiarse a otros establecimientos. Un estudio sobre la sustentabilidad del mejoramiento educativo en estos liceos indica que las posibilidades de éxito y replicabilidad de programas de mejoramiento en establecimientos municipales son muy bajas si no se enfrentan los ‘problemas estructurales’ que presenta la educación municipal. De lo contrario, es posible que existan casos exitosos (…), pero que éstos no sean más que ‘excepciones’ imposibles de ‘masificar’ si no se replican las condiciones idénticas que las generaron”(1), se afirma en el texto.

Así las cosas, para el abogado Fernando Atria el único gran sentido que tiene una medida como ésta es la de proveer al actual gobierno de un resultado rápido que exhibir en este campo. “Pienso que ésta es una iniciativa que no se dirige al problema de la educación en general. Es una medida publicitaria que le va a permitir al gobierno mostrar resultados en cuatro años, a costa de la mayoría de los jóvenes que se forman en la educación pública”, explica.

Similar opinión sostiene Squella. “Si la actual administración le gusta autodenominarse ‘gobierno de las oportunidades’, éstas no pueden circunscribirse a un número limitado de personas, aunque me imagino que al proceder de la manera que lo hace en materia educacional, según intuyo, debe ser para poder exhibir más adelante algunos logros que salven parcialmente ese eslogan”.

Tras anunciar la implementación de los primeros 15 liceos de Excelencia, el ministro Lavín declaró que Chile requería “cambios revolucionarios en educación” y que había “llegado el momento”. Para los expertos consultados, sin embargo, la creación de estos establecimientos va exactamente en la dirección contraria, pues se consagra el acceso de unos pocos a una educación de calidad en vez de garantizar ello a los miles de alumnos que asisten hoy a liceos municipales.

Así lo remarca la investigadora de la Universidad Alberto Hurtado Andrea Ruffinelli: “Esta es una política altamente discriminadora que va en el sentido opuesto de una educación de calidad para todos. Lo justo es mejorar el sistema completo y crecer en mixtura, no desmantelar a los colegios de sus estudiantes más aventajados y de sus mejores profesores para formar con ellos guetos exclusivos. Hay importantes estudios que relevan la potencia del efecto ‘pares’, que eleva el nivel de logros educativos de los más desventajados en presencia de compañeros más talentosos. En cambio lo que vamos a hacer es que los mejores profesores enseñen una vez más a los mejores, y los que más necesitan a esos mejores profesores eduquen, una vez más, a los que no lo son”.

(1)Valdés, X., Elías, M. y Fuenzalida, A. (2008) Indagación y sistematización acerca de la sustentabilidad del mejoramiento educativo Montegrande. Santiago: MINEDUC. p.9

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