En un seminario realizado en Casapiedra, el ministro Joaquín Lavín presentó los 7 desafíos que se impuso para mejorar el bajo nivel que muestra la educación chilena. Luego de su exposición fue el turno de un profesor de Finlandia, quien ahondó en las características del modelo educativo de su país, uno de los mejores del mundo. Un abismo separó ambas presentaciones. Mientras el académico finés habló de confiar en las personas, el ministro chileno propuso instalar una cultura de pruebas, evaluaciones e incentivos; y allí donde el finés instó a preocuparse de todos, el chileno puso el acento en los liceos de excelencia y el trabajo con los mejores.



Por Marcela Ramos

Jukka Alava es profesor y director del Instituto de Liderazgo Educacional de Finlandia. El pasado martes, en Casapiedra, explicó las características del modelo educacional de su país, cuyos estudiantes obtienen los mejores resultados en las pruebas internacionales de Ciencias, Lenguaje y Matemáticas. Para ilustrar lo que ha hecho Finlandia, el profesor Alava acudió a una anécdota, una escena que, según dijo, suele repetirse en la vida de profesores como él, acostumbrados a recibir delegaciones extranjeras que quieren conocer “los secretos” tras el milagro finés. “Las delegaciones se sorprenden cuando ven que no tenemos un computador por niño; que tras nuestros resultados no hay una cuestión tecnológica. Nosotros siempre les decimos a los visitantes: ‘para conocer lo bueno de nuestro sistema, hablen con los profesores, hablen con los alumnos y pregúntenles sobre la cultura de la educación’”, relató Alava.

Esa cultura de la educación, continuó el profesor, pasa por “la confianza”. Las autoridades y las familias confían en los profesores y en los directores de escuela. Los profesores, a su vez, confían en sus alumnos, pues –y aquí viene otro factor clave- hay en ese país una “ética del trabajo”; una formación que hace que todos partan de una base bien importante al momento de relacionarse: que, cada cual desde su posición, va a intentar dar lo mejor de sí. Y se va a preparar para eso.

“Las pruebas internacionales muestran que nuestros estudiantes obtienen resultados parejos, pues todos tienen acceso a una buena educación y a oportunidades para aprender. Casi todos los colegios son estatales, administrados por municipios y a todos les va bien, es decir, no importa a qué colegio vaya el estudiante. Tampoco hay exámenes nacionales, salvo uno al terminar los estudios secundarios, pues confiamos en los profesores y no queremos rankearlos. Ellos tienen autonomía en su trabajo y en 1990 abolimos las inspecciones educativas para introducir la autoevaluación en las escuelas”, describió el profesor.

Minutos antes, en el mismo podio desde el cual habló Alava, estuvo el ministro Joaquín Lavín, explicando los desafíos y apuestas del ministerio que encabeza. “Manos a la obra” se llamó su exposición y en ella presentó los 7 temas que cruzarán su agenda de trabajo. Uno de sus énfasis fue el de la evaluación permanente. “Vamos a instalar una cultura de pruebas y evaluaciones”, dijo y anunció pruebas Simce para 2°, 4°, 6°, 8° básico y segundo medio.

El ministro identificó también, como uno de los grandes problemas de nuestro sistema, la inamovilidad docente. Dicha situación pretende resolverla permitiendo que los directores puedan cambiar al 5% de los profesores en el año. “Es poco -explicó Lavín-. Un 5% significa 2 entre 40 profesores. Pero como no se sabe quiénes serán los elegidos, todos se van a sentir virtualmente reemplazables y de esta manera alineamos los incentivos”. El incentivo al que se refiere el ministro es la amenaza de despido. Y lo que busca conseguir con ese incentivo es que los profesores hagan bien su trabajo.

Para los directores de escuela, en tanto, el ministro propuso aplicarles “el código del trabajo”; y de esta manera “vincular sus contratos con el desempeño y rendimiento de las escuelas”.

Al terminar su exposición, el profesor de Finlandia repitió una estadística que los llena de orgullo: el 5% de los estudiantes “más débiles” de ese país obtiene resultados mucho mejores que los estudiantes promedio de los países de la OECD. “Ocuparse de los más débiles es uno de los factores de éxito de Finlandia”, resumió el profesor. Y agregó: “pues ocuparse de los más aptos es mucho más fácil”.

Muy lejos de eso, en sus siete puntos de “Manos a la Obra”, el ministro Lavín insistió en los “Liceos de Excelencia”, a los que considera una vía rápida al ascenso social y que comenzarán a funcionar en Chile en marzo del próximo año bajo el nombre: “red de liceos bicentenario”.

Aunque el modelo finés se cita habitualmente como aspiración y como horizonte de las políticas del nuevo gobierno, cada vez está más claro que la dirección elegida es la opuesta. Salvo en la decisión de elegir a los profesores entre el 30% de los mejores egresados, el resto de los anuncios de Lavín estuvo mucho más cerca del último expositor del Seminario ICARE: J Puckett, Senior partner and managing director del Boston Consulting Group, quien ahondó en técnicas de intervención y management para mejorar la calidad de los resultados educacionales.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

habría que preguntarle al ministro que entiende por excelencia,si en su reducida visión contempla las diferencias individuales y la requeza de la diversidad?. y si la calidad de la educación solo dependiera de los maestros,sería muy fácil dar pronta solución,pero no es así,quién considera el nivel de gestión ministerial,municipal y para que decir los abusos de los sotenedores de colegios,las condiciones labores en que se desempeñan los docentes y las irregularidades en sus sueldos y pagos de cotizaciones. Qué fácil es solo atribuir las causas al desempeño docente, me gustaría que por lo menos por una semana ,los famosos expertos y el propio ministro desempeñaran el rol docente con las condiciones actuales, de seguro no durarían un día de trabajo,téngalo por seguro.

Anónimo dijo...

Qué tremendo: tecnocracia a la vena. Hoy en El Mercurio Brunner comentaba como el mineduc propone ideas sueltas, tareas y acciones que no se ordenan en una meta clara -menos una política educativa- y se carece de estrategias.
Para quien no sabe hacia donde navega no hay viento favorable.